No era posible distinguir si se trataba de un alba o de un ocaso, pero el contraste de colores ofrecido era generoso de todo punto. Y generoso y amoroso y bello era también el hecho de estar queriendo compartir el instante, y más aún: de estar queriendo compartirlo todo todo el tiempo. No hay nada que temer.
No hay nada que temer pensé yo entonces.
El día marchaba normal con un curso cotidiano que se movía entre un calor un poco intenso de la mañana, en dirección hacia la frescura de una tarde de febrero que no anunciaba nada especial ni particular salvo la recordación del milagro de seguir respirando, como me había señalado en algún momento mi padre luego de la desaparición de mi madre. Fue su partida lo que ha delimitado un orbe nuevo para todos. Yo estuve ahí cuando dejó de respirar; yo le detuve su boca para cerrarla y es por eso ahora que lo entiendo todo, o casi todo: con que respire, me dijo él, con que respire. Pero no hay nada que temer.
No hay nada que temer porque ahora puedo yo decir que tengo una certeza fija. Si yo encontrara una alma semejante era lo que me decía antes de ti. Si yo la encontrara. Pero ya la tengo y no te soltaré jamás ángel bello. Jamás. No hay nada que temer.
No hay nada que temer.
ICR | Febrero 26, 2022
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No era posible distinguir si se trataba de un alba o de un ocaso, pero el contraste de colores ofrecido era generoso de todo punto. Y generoso y amoroso y bello era también el hecho de estar queriendo compartir el instante, y más aún: de estar queriendo compartirlo todo todo el tiempo. No hay nada que temer.
No hay nada que temer pensé yo entonces.
El día marchaba normal con un curso cotidiano que se movía entre un calor un poco intenso de la mañana, en dirección hacia la frescura de una tarde de febrero que no anunciaba nada especial ni particular salvo la recordación del milagro de seguir respirando, como me había señalado en algún momento mi padre luego de la desaparición de mi madre. Fue su partida lo que ha delimitado un orbe nuevo para todos. Yo estuve ahí cuando dejó de respirar; yo le detuve su boca para cerrarla y es por eso ahora que lo entiendo todo, o casi todo: con que respire, me dijo él, con que respire. Pero no hay nada que temer.
No hay nada que temer porque ahora puedo yo decir que tengo una certeza fija. Si yo encontrara una alma semejante era lo que me decía antes de ti. Si yo la encontrara. Pero ya la tengo y no te soltaré jamás ángel bello. Jamás. No hay nada que temer.
No hay nada que temer.
ICR | Febrero 26, 2022
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