Fragmentos a su imán

Necesidad revolteada

Necesidad revolteada y ahora sí con un decurso pacífico, el cual se prolongó: primero cuéntense semanas, luego meses, luego casi un año. Pongamos que la armonía reinó en ese tramo de tiempo desdoblado.

Pero luego vino la tormenta. Y el caos. El caos propiciador de todas las desgracias. Y por tanto de la tragedia. No sabía encontrar la forma más idónea para explicar la conexión entre los acontecimientos que desbordaban cada uno a su ritmo y locura la coyuntura que, en ese instante, se le apareció de pronto como una certeza escurridiza, lo cual hacía todo aún más dramático y angustiante.

La incertidumbre, vaya concepto tan aterrador.

Avanzaron todos en la dirección que a lo lejos se escuchaba como la más segura. La columna se movía cadenciosa, y los ríos de gente se agolpaban en estremecimientos masivos que provocaban asfixia y temor, pero también una pasión política de características y perfiles únicos o casi únicos. El cuerpo, en estas cosas, pensé entonces, queda expuesto de manera franca. Aquí hay una clave de alcances ontológicos y políticos, que es la que está detrás –me parece a mí– de aquello por virtud de lo cual Salomón de la Selva escribiera esa cosa tan hermosa en la que dice ‘cuando me escribas, dime cómo se es valiente’.

Yo estaba sentado en el borde de la banqueta. A lo lejos, se divisaba la llegada de las filas de camiones de seguridad pública, aprestados y listos para la indicación fundamental que ya todos sabíamos cuál era o habría de ser.

Pero nunca llegó. La indicación nunca llegó. Todo fue inminencia e insinuación.

La incertidumbre, vaya concepto tan aterrador.

Sada/ICR | Enero 27, 2022

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