Fragmentos a su imán

Curiosa nación la que

Curiosa nación la que me dio el origen y largo y lánguido camino el que hasta aquí me trajo, lleno de canciones cuya música ahora no recuerdo y abundante, aquélla, aquélla cordillera dispuesta en el flanco de un trayecto que me parecía interminable e incierta y neblinosa la angustia de saberme carente de un destino seguro.

O por lo menos eso era lo que entonces yo creía que me embargaba. La ausencia de destino. Nadie me había recibido, y yo sólo me subí a ese autobús al que todos al tiempo se subían, cual si fuera un trámite de una atropellada secuencia de mico-inercias que se agolpaban en la configuración de una corriente violenta a la que no había otra que plegarse.

La consciencia de saberse sin destino se ennegrecía al correr del tiempo de esa tarde solitaria, salido de Maiquetía en dirección a Caracas sobre la cual ciudad el cielo se tornaba obscuro y amenazante, con un monumental y egregio Monte Ávila que se imponía a la vista de todos como inamovible y soberano símbolo natural de Venezuela toda.

Pero yo tenía una pequeña certeza de la que se desprendía un atisbo tímido mediante el cual era posible saber por qué razón yo estaba ahí.

Y entonces me aferré.

Conde/ICR | Enero 4, 2022

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