Tú, dios de esa gran

Tú, dios de esa gran vastedad, refrena ese oleaje que se levanta soberbio y amenazante ante nosotros que yacemos inermes e indefensos en este derrotero solitario y sin destino seguro. Tal vez no sea por virtud de tu voluntad como la fuerza colérica de la tierra y de los mares se modifique, pero eso no obsta para que la plegaria que hoy te tributamos se nos ofrezca como el único elemento firme para asirnos a él en ejercicio angustiante mediante el que nuestro humilde intento de atenuar una desesperación se transfigure en pilar de afirmación único en esta tierra que sólo en comunión humana y por tanto política puede volverse significativa. La marea que nos amenaza está teñida de un verdor que al adensarse se torna, mediante no se sabe qué mecanismo dialéctico de transformación cualitativa, en un azul monstruoso y melvilliano, vencedor de todos los Ahabs y destructor de todos los Pequods, y se endereza con una cólera que pareciera que no hay poder humano que pueda detener aunque sea contando con los recursos titánicos de toda la técnica acumulada por la historia. Yo de todas formas te imploro de rodillas a la vista de la vastedad de los dominios cuyo control yo te atribuyo así sea por vía mítica para que se instrumente yo no sé cómo la llegada de una paz estable y cierta, por más que sea modesta, en ésta nuestra humilde morada que es también tu morada aunque la realidad es que yo sé, lo sé muy bien y es ésta la razón por la que estamos tan solos, que no existes ni puedes existir.

Lowry/ICR | Diciembre 21, 2021