GAP Andrés Molina Enríquez

A unas semanas de la elección presidencial I

1. La tendencia general en cuanto a preferencias electorales es ya irreversible. Claudia Sheinbaum será la próxima y primera presidenta de México, lo que supone un acontecimiento sin antecedentes en la historia entera del país.

2. Y si digo entera estoy contemplando incluso la fase novohispana. La prehispánica no cuenta a efectos estrictamente histórico-políticos –los cultural-etnológicos son otra cosa–, pues México es México sólo a partir de 1519, que es cuando Hernán Cortés impone, al crear el ayuntamiento de Veracruz (el primero en todo el continente), el Derecho romano y sus instituciones de tipo renacentista en esta parte del mundo, entre las cuales destaca la primera el concepto de propiedad tal como lo entendemos hasta el mismísimo día de hoy, en pleno 2024, que es la tesis vertebral del pensamiento político de Andrés Molina Enríquez y que fue planteada también, por cierto, por José Revueltas en Ensayos sobre México (y vaya dicho esto en homenaje al recientemente fallecido profesor David Brading).

3. Desde la perspectiva de la oposición partidista se destacan varias cosas. Por un lado, la 4T, entendida como revolución democrática nacional-popular y populista (en el sentido de anti-oligárquica y anti-elitista en la línea de Aristóteles—Maquiavelo—Althusser—Dalmacio Negro, según la cual la democracia sirve para controlar a la oligarquía) tiene como una de sus conquistas más importantes el haber sepultado al Partido Revolucionario Institucional, que por primera vez en toda su historia (considerada desde los orígenes nacional-revolucionarios con la fundación del Partido Nacional Revolucionario en 1929, pasando por su transformación cardenista-lombardista a Partido de la Revolución Mexicana de 1938 y a la del PRI alemanista de 1946) no tiene una opción propia qué ofrecer a la sociedad y a la clase política como candidato salido de sus filas para buscar la presidencia de la república, lo que encierra un significado devastador para este partido toda vez que su lógica más implacable y dura es la de haber nacido y haber existido constitutivamente como una estructura de, por, para y desde el poder político.

4. Además de eso, el hecho de que el PRI haya terminado por fusionarse en una alianza anti-histórica con el partido que nace precisamente como su opuesto más radical y anti-cardenista, el Partido Acción Nacional (nacido en 1939, al año de la expropiación petrolera de Lázaro Cárdenas), es también un elemento de degradación y vaciamiento ideológico de grandes proporciones para este partido, habiendo terminado por convertirse simplemente en un conglomerado de mafias de mentalidad localista de tipo hankista (haciendo referencia a Carlos Hank González), que encarna esperpénticamente su líder nacional, y una base leal pero decepcionada, perdida y repudiada social, intelectual, ideológica, cultural y políticamente, sin rumbo ni liderazgo. Augusto Gómez Villanueva, heredero solitario de Alfredo V. Bonfil, es el último bastión ideológico de entidad y dignidad que le queda a ese partido y a esa tradición política tan importante de la izquierda de la revolución nacional-popular y social, que está ya desmoronado de manera posiblemente irreversible.

5. Por otro lado, Xóchitl Gálvez no es ya nada más tal vez la peor candidatura presidencial que ha tenido México en los últimos cuarenta o cincuenta años, con un nivel de patetismo y comicidad que sólo puede medirse tal vez con las anécdotas del “púas” Olivares en la Tragicomedia mexicana de José Agustín (“si Carlos Marx es chido, que se integre a la campaña”); no es ya nada más eso Xóchitl Gálvez: es también el síntoma de una terrible crisis de la clase política mexicana, que ha entrado en una pendiente de degradación y vaciamiento intelectual, también, de grandes dimensiones en desmedro de la política como actividad fundamental y vertebradora de toda sociedad histórica.