GAP Andrés Molina Enríquez

Lenin reactivado

Acabo de comprarme el libro Lenin reactivado. Hacia una política de la verdad, editado por Akal en su colección Cuestiones de antagonismo (versión en español de 2010, versión original en inglés de 2007), con trabajo recopilatorio y edición de Sebastián Budgen, miembro del comité editorial de la revista Historical materialism, Stathis Kouvelakis, profesor de Teoría política en el King’s College de Londres, y Slavoj Zizek, del Instituto de Estudios Sociales de Liubliana.

El libro recoge trabajos realizados a propósito de la conferencia titulada “Hacia una política de la verdad: la recuperación de Lenin”, realizada por allá de 2001 en el Instituto de Estudios Culturales de Essen, Alemania, y realizada a objeto de propiciar una recuperación, efectivamente, de la figura de Lenin como una suerte de símbolo de la ejecución de la Realpolitik desde la izquierda política (acaso pudiéramos decir que se trató de algo así como un Maquiavelo marxista), en el sentido señalado por Bueno al establecer una bifurcación entre la izquierda definida políticamente y la izquierda indefinida.

El parámetro de distinción entre una y otra es el Estado en cuanto a su forma, contenido y funcionamiento, lo que supone que la política tiene que ver fundamentalmente con la conquista del poder del Estado para la procedente implementación de cuanto programa de transformación se quiera: lo primero es el Estado en todo caso. O dicho de otra manera: el Estado es la figura dramática mediante la que una sociedad histórica da respuesta a las tres preguntas fundamentales constitutivas de lo político: quién manda, cómo manda y para qué manda.

La izquierda definida (Bueno identifica seis generaciones: la jacobina, la liberal, la anarquista, la socialista, la comunista y la asiática) tiene una disposición estratégica de toma del poder político; la indefinida no (Bueno la clasifica en tres tipos: extravagante: las ONGs principalmente; divagante: los intelectuales éticos y pacifistas; y por último la izquierda fundamentalista: los académicos “de izquierda” a los que nada les satisface por vivir en el limbo de su radicalismo platónico).

Recuperar Lenin se divide en cuatro partes: ‘Recuperar a Lenin’, que reúne textos alrededor de lo que se puede decir del leninismo desde nuestro presente postmoderno y hegemónicamente liberal-progresista; ‘Lenin en la filosofía’, que aborda las cuestiones vinculadas a sus estudios y a su formación filosófica (recordemos Materialismo y empiriocriticismo y sus Cuadernos filosóficos); ‘Guerra e imperialismo’, que se mete con el problema de la relación orgánica entre guerra, revolución y modo de producción económica; y ‘La política y su sujeto’, que digamos que incursiona en los problemas de organización, el individuo políticamente determinado y el partido.   

Yo siempre recuerdo aquello que decía Bueno: “si a la izquierda le quitas a Lenin, lo que te queda es una ONG”, afirmación que remite directamente al criterio de definición o indefinición política con relación al Estado.

En su contribución al libro, Alain Badiou dice que ‘para Lenin, el instrumento de la victoria es la lucidez teórica y práctica a la vista de una confrontación decisiva, una guerra final, total’, es decir, que Lenin es el símbolo de la acción y de la decisión política en contextos marcados por antagonismos de alta implicación dentro de los que su mentalidad estratégico-política lo empuja siempre en la dirección de intervenir y de no paralizarse en función del objetivo de la victoria, que viene a ser entonces la verdad de la política.

Yo recupero de Lenin su visión estratégica de las cosas, su realismo político maquiavélico –en el sentido de ajustarse a la marcha efectiva de la realidad– y su potencia teórica expresada en su interés por la historia y la filosofía como escalas fundamentales de estudio y configuración del entendimiento estratégico y político. En tal sentido, puede tenérseme por leninista.