Algunos anuncios de neón de colores espantosos llevaban ya un buen rato haciendo sus untuosos guiños y gesticulaciones que la añoranza y el amor transforman en poesía de la nostalgia. Al final de la calle oscura se divisaba una luz tenue y parpadeante que anunciaba yo no sé si el horror, el martirio o la esperanza. Pero avanzamos al fin.
No había manera de saber si aquella noche sería lapidaria para nuestros destinos, o sólo un atisbo del azar al que la vida y el mundo suelen someter a los hombres dispuestos a encarar los embates de la disipación. El cielo había sido durante todo el día un cielo de una luz argéntea, pero la noche era por completo y profundamente y terriblemente fantasmal.
Y si era fantasmal era precisamente porque se trataba de un pueblo muerto, en vilo, pétreo y derruido, dependiente de forma absoluta y total de esa nadería despreciable de la cultura, aunque no así de la economía, a la que se le suele llamar turismo.
Al final de la calle oscura se divisaba una luz tenue y parpadeante. Yo tomé anhelante y deseoso y nervioso como siempre de tu mano, en estado de súplica permanente y agónica por saber si en realidad habrías por fin de ser mía para siempre, y entonces avanzamos.
Lowry/ICR | Noviembre 13, 2021.
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Algunos anuncios de neón de colores espantosos llevaban ya un buen rato haciendo sus untuosos guiños y gesticulaciones que la añoranza y el amor transforman en poesía de la nostalgia. Al final de la calle oscura se divisaba una luz tenue y parpadeante que anunciaba yo no sé si el horror, el martirio o la esperanza. Pero avanzamos al fin.
No había manera de saber si aquella noche sería lapidaria para nuestros destinos, o sólo un atisbo del azar al que la vida y el mundo suelen someter a los hombres dispuestos a encarar los embates de la disipación. El cielo había sido durante todo el día un cielo de una luz argéntea, pero la noche era por completo y profundamente y terriblemente fantasmal.
Y si era fantasmal era precisamente porque se trataba de un pueblo muerto, en vilo, pétreo y derruido, dependiente de forma absoluta y total de esa nadería despreciable de la cultura, aunque no así de la economía, a la que se le suele llamar turismo.
Al final de la calle oscura se divisaba una luz tenue y parpadeante. Yo tomé anhelante y deseoso y nervioso como siempre de tu mano, en estado de súplica permanente y agónica por saber si en realidad habrías por fin de ser mía para siempre, y entonces avanzamos.
Lowry/ICR | Noviembre 13, 2021.
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