Las voces del silencio (Filosofía del arte)

Arte, humanidades y filosofía

Curso de Bachillerato para sexto semestre.

Planteamiento general.

Se trata de poner al alumno en contacto con contenidos de tres ámbitos determinantes de la vida histórica de los hombres, ofrecidos como planos de configuración de sentido dentro de los que -junto con otros más, desde luego- las sociedades políticas han desbordado las fases de barbarie y salvajismo, operando los saltos cualitativos mediante los cuales nos hemos movido de la antropología a la historia.

Lo bello, lo bueno y lo verdadero, o póiesis (producción), koinonía (comunión) y logos (racionalidad), pueden ser puestos en correspondencia aproximada con los ámbitos en cuestión -arte, humanidades, filosofía-, situándose como ideas cardinales en torno de las que pueden hacerse gravitar las preguntas fundamentales de las que se desprende la diversidad de significados inmanentes al despliegue político y cultural de los grupos humanos, permitiéndonos así saber ¿qué es lo que merece la pena ser presenciado?, ¿cómo debo actuar?, ¿cómo puedo acceder a la verdad, o a la racionalidad?, y en definitiva: ¿qué puede realizar el hombre que sea digno de su empeño? (André Malraux).

La tesis que subyace al curso es la de que tanto el arte como las humanidades, y sobre todo la filosofía, son prácticas históricas de segundo grado cuya finalidad pareciera no ser inmediata (y de aquí su problematicidad cuando son vistas desde criterios puramente pragmáticos o utilitarios), y que se sostienen por sí mismas pero porque se despliegan reflexivamente sobre materiales del espacio antropológico ya dados, bien sea para su representación a distancia, para su comprensión histórica o para su racionalización sistemática (y por tanto estratégica, en el caso de la filosofía).

De este modo, lo que dice Gustavo Bueno sobre el saber filosófico puede hacerse extensivo tanto a la contemplación estética (arte) como a la comprensión histórica (humanidades), en el sentido de que ‘el saber es, ante todo, una actividad que se justifica por sí misma, por el puro goce especulativo que reporta. En cuanto el saber se valora sólo como un instrumento de utilidad personal, es traicionado y prostituido y, en un plazo muy breve, sus fuentes se extinguen.’ (Gustavo Bueno y Leoncio Martínez, Nociones de filosofía, Anaya, Salamanca, 1955).

Pero el hecho de que en apariencia sean prácticas sin finalidad inmediata (de primer grado, digamos) no significa que carezcan de ella en absoluto; se trata más bien de que su finalidad es de una escala de largo plazo (o de segundo grado, digamos), y que los resultados reportados se dan “por añadidura” porque supone el establecimiento de rutas de conexión entre las trayectorias individuales y la historia, abriendo un horizonte dilatado que afianza o atenaza la vida individual en el presente mediante su inserción en marcos de amplitud en función de los cuales es dable albergar intereses de magnitud y alcance universal, que centran la atención teorética de los hombres: ‘Yo siempre esperaba algo, pero si no sucedía nada entonces percibía que mi espera era perfecta, y que ese espacio vacío, esa pausa inexorable tenía yo que llenarla con lo que al paso del tiempo fue la imagen.’ (José Lezama Lima, Órbita de Lezama Lima, La Habana, Casa de las Américas, 1970).

Y son esos intereses universales los que, a su vez, permiten al hombre mantenerse en el mundo en una suerte de equilibrio interno (la imperturbabilidad del alma de los estoicos o ‘la espera perfecta’ de Lezama), ofreciéndole la libertad para configurar su vida según un entramado de pasiones intelectuales que le confieran seguridad, certidumbre, elegancia y, sobre todo, la promesa de un destino radiante, como quiso siempre Vasconcelos al hablarnos de los clásicos (‘el título del libro indica ya el propósito de superar el empirismo miope de los tiempos y la posibilidad de reemplazarlo con un sistema que merecerá el nombre de clásico si logra dotarse de hondura, fuerza, unidad y totalidad’, De Robinson a Odiseo, 1935). Es una trabazón intelectual apasionada que activa operaciones humanas en una suerte de espiral que no tiene fin, en semejanza sublime con la eternidad (la felicidad como vida teorética de Aristóteles, o la vida interminable de Boecio):

‘Estoy obsesionado (fenómeno, supongo, característico de los presos) por la siguiente idea: que hay que hacer algo ‘für ewig’ (‘para la eternidad’), según una compleja concepción de Goethe… En suma, querría ocuparme intensa y sistemáticamente, siguiendo un plan previo, de algún tema que me absorbiera y centralizara mi vida interior. He pensado hasta ahora en cuatro temas: 1º Una investigación acerca de la formación del espíritu público en Italia del siglo pasado: dicho de otro modo, una investigación acerca de los intelectuales italianos, sus orígenes, sus agrupaciones según las corrientes de la cultura, sus diversos modos de pensar, etc.  2º. Un estudio de lingüística comparada. 3º. Un estudio del teatro de Pirandello y acerca de la transformación del gusto teatral italiano que Pirandello ha representado y ha contribuido a determinar. 4º. Un ensayo acerca de la novela de folletón por entregas y acerca del gusto popular en literatura.’ (Antonio Gramsci, 1927).   

En este ya clásico fragmento de la carta que Gramsci escribiera a Tatiana Schucht desde la Cárcel de San Vittore de Milán, en 1927 (Cartas de la cárcel, ERA, 2003), puede apreciarse claramente la forma en que una serie determinada de pasiones intelectuales (artístico-literarias, históricas, filológicas) estaban cumpliendo la función esencial de centralizar la vida interior de aquél gran líder e intelectual comunista italiano, en momentos tan difíciles como lo fueron sus días de presidio en la Italia de Mussolini en donde, a la postre, terminaría por morir en 1937.

El curso tiene entonces como propósito fundamental ofrecerle al estudiante, en efecto, un conjunto articulado de pasiones intelectuales –digámoslo una vez más- de carácter histórico, artístico, filológico y filosófico en el sentido dicho, que al margen del rumbo educativo y profesional que vaya a tomar individualmente (bien sea que vaya para abogado, para arquitecto, para administrador, para empresario, para torero o para filósofo), pueda centralizar su vida interior en función de cuestiones relativas a lo que es valioso, a lo que es bello, a lo que es moralmente correcto o a lo que es históricamente necesario hacer por su ciudad o su país.

[Foto: fachada de la Biblioteca Butler de la Universidad de Columbia de Nueva York.]

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