Libros Política

El último caudillo

Texto de presentación del libro El último caudillo. Textos políticos, editado por el Consejo Editorial de la Cámara de Diputados con 369 páginas y de muy próxima aparición en la Ciudad de México. [Diseño de portada: Jani Galland, Consejo Editorial de la Cámara de Diputados.]

Mas lo que yo vi y me hallé en ello peleando, como buen testigo de vista yo lo escribiré. Bernal Día del Castillo | Historia verdadera de la conquista de la Nueva España

El último caudillo es un libro de recopilación de textos políticos que a lo largo de los últimos diez o quince años más o menos he venido publicando en diversidad de medios, y que han alcanzado una densidad considerable que –so pena de mantenerlos desperdigados en la red o en otras plataformas– hace recomendable un ensamblaje que le confiera una consistencia tal que sea posible apreciar ya una perspectiva integral e integradora, me parece a mí, de la dialéctica política tanto nacional como internacional digna de ser tenida en cuenta como criterio de análisis y crítica con entidad y rigor propios.

Se trata de una recopilación en donde se resumen años de estudio y formación configuradores de un sentido común y de una pasión intelectual desde los que he emprendido luego una modesta participación en la política y en la administración pública de poco más de veinte años, y en la que sigo todavía al día de hoy como ámbito fundamental de desarrollo profesional, personal, y desde luego que político.

La historicidad de la experiencia individual por tanto, tal como la concibe por ejemplo José Luis Romero para explicar algo así como la razón histórica que determina la razón política de Maquiavelo (Maquiavelo historiador, Buenos Aires, 1943; tómese nota también del hecho de que existe ya una primera recopilación de textos de carácter histórico de mi autoría: Primero como tragedia. Ensayos sobre historia, Consejo Editorial, Cámara de Diputados, 2023), cumple aquí, entonces, una función esencial al ser el hilo que permite amarrar y conferir sentido integrador a las partes del libro en función de una trayectoria personal que fue desplegándose, también, en el intento de dar respuesta –que fue y ha sido siempre teórica y práctica en simultáneo– a una serie de preguntas fundamentales sobre temas y cuestiones que aquí aparecen en muchos de los textos, si no es que en casi todos, en forma de pregunta: ¿qué es la política?, ¿qué es la historia?, ¿qué es la filosofía?, ¿cuál es la relación entre religión e historia?, ¿qué es el Estado?, ¿qué es la tolerancia?, ¿qué es la corrupción?, ¿qué es un héroe?, ¿qué es un caudillo?, etcétera.

Debo decir entonces, si se me permite, que el libro que el lector tiene entre las manos puede ser tenido tal vez incluso como una suerte de texto autobiográfico, en la inteligencia de que, como consecuencia de la forma en la que he sido educado, mi vida no se entiende sencillamente al margen de la política (al día de hoy yo no hablo de otra cosa con mi padre que no sea de política, y pareciera que para eso, precisamente para eso, fue que nos educó, cosa que me parece que está muy bien).

Esta es la razón por la cual hemos colocado, como obertura del volumen, la parte de Coordenadas, con un par de entrevistas que se tuvo la gentileza de realizarme hace algunos años acompañadas de un texto breve sobre Jesús Reyes Heroles en los que se ofrecen algunas de las claves desde las que escribo, y que pueden resultar de interés en orden a definir la ecuación que da sentido a mi perspectiva general de estudio, interpretación y crítica.

Del mismo modo y en correspondencia, una segunda parte, titulada Perfiles, ideas y trayectorias, reúne artículos escritos en coyunturas muy puntuales para comprender y situar históricamente la obra y trayectoria de dos figuras que de algún modo han influido en mí desde un punto de vista político: Andrés Manuel López Obrador (quien, buscando una analogía con el mundo antiguo, cumple hoy para mí una función como la de Julio César en su tiempo),  y Manuel Camacho Solís (que cumplió la de Cicerón), además del texto dedicado a la obra de Antonio Lomelí Garduño Teoría y técnica de la política, de 1946, que fue un descubrimiento verdaderamente afortunado de hace apenas unos años que me ha resultado luminoso en más de un sentido.

En una tercera parte, La escena contemporánea, se recoge una selección de artículos periodísticos acomodados en tres bloques principales: Filosofía política, Política e historia y Política y religión, caracterizados por el hecho de que, por su naturaleza más bien coyuntural, fueron escritos al calor de circunstancias muy puntuales pero en cuya redacción he procurado siempre elegir temas de carácter más bien general, a fin de que en su tratamiento me sea posible iluminar implicaciones tendenciales, históricas o filosóficas, de larga duración, con un aliento que se escape de las ataduras de la coyuntura evanescente y del ámbito estrictamente local o nacional.

Mi intención ha sido entonces, en la preparación de estos textos de tipo periodístico, la de ejercer la crítica como evidencia de la implantación política de la filosofía a través de la redacción de artículos “de opinión” confeccionados siempre, no obstante, eso sí, y subrayen esto por favor, teniendo presente la divisa platónica que pone de un lado a la doxa (opinión, conjetura), y del otro a la episteme (conocimiento racional y necesario), según la cual “el que sabe no opina”.

Una última parte del libro, Sobre la Cuarta Transformación, se explica en realidad por sí misma, y reúne los textos más recientes de carácter también periodístico-coyuntural –redactados, como es evidente, a partir de 2018 en adelante– pero con una proyección que también quiere ser histórica, mediante la que intento dar cuenta del proceso de transformación encabezado por el presidente López Obrador y que de suyo constituye un problema bien interesante desde la perspectiva de las relaciones entre la historia y la política, toda vez que al estársele dando ya un nombre caracterizador a algo que se tiene todavía entre las manos y que está por tanto en construcción, más que ofrecérsenos entonces como historia lo hace más bien y en todo caso como filosofía de la historia, lo que implica entre otras cosas la evidencia de que si la historia es obra y tarea de los historiadores, la filosofía de la historia es obra y tarea –tal es la tesis que estoy dispuesto a defender– de los políticos.  

La centralidad que tiene esta última parte se explica por el hecho de que el sentido político de todo el libro desemboca de algún modo en esta fase histórica por la que estamos transitando, y desde cuya luz y perspectiva pareciera entonces que todo lo previo no era otra cosa que un camino de preparación, no sé si me explico; es una fase que con toda justicia, me parece a mí, podemos interpretar como proceso epocal de formación de un nuevo Estado –o de un nuevo orden, en el sentido del Antonio Gramsci de L’Ordine Nuovo–, razón por la cual nos parece tan justo y hasta dramático el hecho de haber titulado el libro entero con el nombre del texto final de la recopilación, El último caudillo, en el entendido de que el del caudillo y el caudillismo, además de ser uno de los problemas medulares de la filosofía política de nuestra tradición, es una figura imprescindible no ya nada más para entender, sino para llevar a la práctica, conducir y consumar todo proceso de transformación política verdadera. 

Para terminar, hay que decir que en El último caudillo late también un pathos teórico que anima una forma concreta de conceptuar la responsabilidad política, que en un primer momento de gestación quiso cumplir una función de naturaleza genuinamente ensayística o periodística (pensemos, como referentes, en Marx, Gramsci otra vez, Luis Cabrera, José Revueltas o Jorge Abelardo Ramos), y que ahora, merced a un conjunto de circunstancias muy determinadas y afortunadas, cobra densidad y coherencia como conjunto de documentos de trabajo, estudio y discusión.

Además de esto, la experiencia comprensiva e interpretativa que en todos estos textos está ejercida fue desarrollada siempre como función intelectual de una perspectiva que llamaremos de segundo grado tal como me lo ha enseñado Gustavo Bueno, y que también vi ejercida con intensidad y pasión en José Revueltas (para el que, como buen marxista que fue, toda experiencia por la que transitara tenía que ser sometida por él a un tratamiento teórico y sistematizador), con la que quise poner en práctica aquélla consigna de resonancias estoicas con la que Simón Rodríguez coordinó el magisterio tan importante que tuvo sobre su también importante discípulo Simón Bolívar, según la cual hay que intentar alcanzar siempre, hasta donde nos sea posible, el mayor grado de consciencia política –que es decir también consciencia histórica– respecto de todo cuanto en el mundo, en definitiva, nos rodea.

Ciudad de México. Octubre. 2023.

EL ÚLTIMO CAUDILLO

Contraportada

En este libro se reúnen textos escritos en un período de diez años más o menos que, en su conjunto, ofrecen una perspectiva integral de aproximación a la política como vía de conexión entre el individuo y la historia tal como a un mexicano como el autor le es posible establecer generacionalmente, y que resumen una trayectoria personal formativa y de templado de una convicción fundamental, y también generacional, según la cual Andrés Manuel López Obrador es el último caudillo de la historia de México, y con él llega a su fin toda una época. Él abrió un ciclo que refractó la historia nacional, y él es el que lo cierra. Vendrán nuevos tiempos, seguirá el proyecto, habrá nuevos líderes y dirigentes, pero como él ya no tal vez nunca más.