Cuadernos de la cárcel. Tomo II. Cuaderno 3, 1930.
[118] Historia nacional e historia de la cultura (europea o mundial). La actividad de los elementos dirigentes que han actuado en el extranjero, así como la actividad de la emigración moderna, no puede ser incorporada en la historia nacional, como por el contrario debe serlo, por ejemplo, la actividad de elementos similares en otras condiciones. Una clase de un país puede servir en otro país, manteniendo sus vínculos nacionales y estatales orgánicos, esto es, como expresión de la influencia política del país de origen. Durante cierto tiempo los misioneros o el clero en los países de Oriente expresaban la influencia francesa aun cuando este clero sólo parcialmente estaba constituido por ciudadanos franceses, por los vínculos estatales entre Francia y el Vaticano. Un estado mayor organiza las fuerzas armadas de otro país, encargando del trabajo a técnicos militares de su grupo que no pierden su nacionalidad ni mucho menos. Los intelectuales de un país influyen en la cultura de otro país y la dirigen, etcétera. Una emigración de trabajadores coloniza un país bajo la dirección directa o indirecta de su propia clase dirigente económica y política. La fuerza expansiva, la influencia histórica de una nación no puede ser medida por la intervención individual de personajes aislados, sino por el hecho de que estos individuos expresan consciente y orgánicamente un bloque social nacional. Si no es así, debe hablarse sólo de fenómenos de un cierto alcance cultural pertenecientes a fenómenos históricos más complejos: como sucedió en Italia durante tantos siglos, ser el origen «territorial» de elementos dirigentes cosmopolitas y de seguir siéndolo en parte por el hecho de que la alta jerarquía católica es en gran parte italiana. Históricamente esta función internacional ha sido causa de la debilidad nacional y estatal: el desarrollo de las capacidades no se ha producido por las necesidades nacionales, sino por las internacionales, el proceso de especialización técnica de los intelectuales ha seguido, por tanto, vías anormales desde el punto de vista nacional, porque ha servido para crear el equilibrio de actividad y de ramas de actividad no de una comunidad nacional sino de una comunidad más vasta que quería «integrar» sus cuadros nacionales, etcétera.
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Cuadernos de la cárcel. Tomo II. Cuaderno 3, 1930.
[118] Historia nacional e historia de la cultura (europea o mundial). La actividad de los elementos dirigentes que han actuado en el extranjero, así como la actividad de la emigración moderna, no puede ser incorporada en la historia nacional, como por el contrario debe serlo, por ejemplo, la actividad de elementos similares en otras condiciones. Una clase de un país puede servir en otro país, manteniendo sus vínculos nacionales y estatales orgánicos, esto es, como expresión de la influencia política del país de origen. Durante cierto tiempo los misioneros o el clero en los países de Oriente expresaban la influencia francesa aun cuando este clero sólo parcialmente estaba constituido por ciudadanos franceses, por los vínculos estatales entre Francia y el Vaticano. Un estado mayor organiza las fuerzas armadas de otro país, encargando del trabajo a técnicos militares de su grupo que no pierden su nacionalidad ni mucho menos. Los intelectuales de un país influyen en la cultura de otro país y la dirigen, etcétera. Una emigración de trabajadores coloniza un país bajo la dirección directa o indirecta de su propia clase dirigente económica y política. La fuerza expansiva, la influencia histórica de una nación no puede ser medida por la intervención individual de personajes aislados, sino por el hecho de que estos individuos expresan consciente y orgánicamente un bloque social nacional. Si no es así, debe hablarse sólo de fenómenos de un cierto alcance cultural pertenecientes a fenómenos históricos más complejos: como sucedió en Italia durante tantos siglos, ser el origen «territorial» de elementos dirigentes cosmopolitas y de seguir siéndolo en parte por el hecho de que la alta jerarquía católica es en gran parte italiana. Históricamente esta función internacional ha sido causa de la debilidad nacional y estatal: el desarrollo de las capacidades no se ha producido por las necesidades nacionales, sino por las internacionales, el proceso de especialización técnica de los intelectuales ha seguido, por tanto, vías anormales desde el punto de vista nacional, porque ha servido para crear el equilibrio de actividad y de ramas de actividad no de una comunidad nacional sino de una comunidad más vasta que quería «integrar» sus cuadros nacionales, etcétera.
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