El Heraldo de México

Las mañaneras: entre lo orgánico y lo coyuntural

Lunes 25 de mayo, 2020.

Una de las cosas más fascinantes para mí de Carlos Marx es su capacidad para detectar, en medio de un episodio político concreto, la marcha de los siglos, de suerte que mientras te va explicando una coyuntura al parecer insignificante, resulta ser que lo que parecía episódico, termina situado en el centro de un escenario dramático donde está teniendo lugar un cambio de época, o donde tres generaciones están por encontrar la marca de su destino.

Esta capacidad analítica tiene un valor inestimable, sobre todo en tiempos de grandes transformaciones. Gramsci la explicó en función del corte entre lo que es orgánico y lo que es coyuntural. Los fenómenos de coyuntura, nos dice, ‘son ciertamente dependientes, también ellos, de movimientos orgánicos, pero su significado no es de gran alcance histórico: éstos dan lugar a una crítica política menuda, cotidiana, que afecta a los pequeños grupos dirigentes y a las personalidades inmediatamente responsables del poder. Los fenómenos orgánicos dan lugar a la crítica histórico-social, que afecta a las grandes agrupaciones, más allá de las personas inmediatamente responsables y más allá del personal dirigente.’

Estimo que la gran politización popular (“construcción de ciudadanía” dirán los eruditos y los pedantes) que comenzó a tener lugar con la presidencia de López Obrador, está generando un clima en donde se echa de menos esa capacidad para distinguir lo que es meramente coyuntural de lo que es orgánico e histórico.

La politización tiene como dispositivo central de detonación y articulación a las ya famosas mañaneras: verdadera obra maestra de comunicación política (entre otras cosas por su bajísimo costo) pero que por su naturaleza estratégica –la ocupación diaria del espacio mediático por el presidente–, ha generado una sobresaturación de animadversión psicológica y subjetiva, que hace que seguidores y detractores atribuyan por igual, a una sola persona, las causas de problemas nacionales que son históricos, estructurales y, en definitiva, orgánicos.

No es un fenómeno exclusivo de la 4T ni mucho menos: no fueron pocos los alumnos que, hace algunos años, se expresaban con desmedido y psicológico desprecio por quien entonces era presidente, sin darse cuenta de que la cuestión principal no era él en lo particular o aisladamente, sino la estructura, los intereses y la tendencia histórica que representa dentro del tablero de opciones políticas que a México le ha sido dado tener. Pues algo así ocurre, me parece a mí, con el presidente López Obrador.

En su momento, el libro que recomendé a mis alumnos para disipar la confusión es México, la disputa por la nación, de Tello y Cordera y de 1981 ni más ni menos. Ahí están las claves del significado orgánico de aquél presidente tan despreciado por mis alumnos, y también las del actual, que a mi juicio está construyendo ciertamente un legado epocal, pero para verlo se requiere de una cierta perspectiva. El libro, a estos efectos, puede ser de gran ayuda.

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Publicación original de El Heraldo de México

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