Lunes 27 de septiembre, 2019. A Life in Music de Daniel Barenboim. Voy a decir que es, quizá, el libro que más he disfrutado leer en mi vida, o por lo menos en muchos años. Fue una lectura única, desarrollada en una circunstancia que será muy difícil que se repita. La evocación del momento es nítida siempre, casi plástica. La vida nos acomoda las ocasiones, y dispone de nosotros. Luego uno intenta reconstruir y darle sentido a lo vivido, para así comprender más o menos en qué o con qué se ha sostenido tu vida.
El libro lo terminé en Alemania. Y no recuerdo si ahí lo comencé. Me parece que sí. Se trata de las hermosas memorias de Daniel Barenboim, A life in music, que leí en el viaje más inolvidable que he realizado hasta hoy.
Era el año de 2013, y fuimos a Alemania mis padres, dos de mis hermanos y sus familias. Mi hermano mayor y la suya no pudo acompañarnos aquélla vez. La base de operaciones era Frankfurt, y de ahí nos desplazábamos en viajes de un día a ciudades de los alrededores.
Si no recuerdo mal, fue el único libro que llevé conmigo. Barenmboim me había llamado la atención desde el tiempo en que leí un conversatorio entre él y Edward Said, Paralelismos y paradojas. Reflexiones sobre música y sociedad. Hay una muy nítida fascinación que me producen los textos sobre música, ya sean ensayos como los que se editan en la revista Pauta. Cuadernos de teoría y crítica musical, fundada por Mario Lavista en 1982, o los que escribió el desaparecido Luis Ignacio Helguera y que luego se editaron bajo el título de Atril del melómano.
Está también la música en la literatura: de inmediato me viene a la mente el Doctor Faustus de Thomas Mann, y la obra de Milan Kundera, que, como es músico, suele introducir ese componente en la estructura dramática de buena parte de su narrativa. Y luego las biografías y las memorias: la vida de Piazzolla, y las de Bill Evans, Charles Mingus, Miles Davis, Wayne Shorter y Coltrane, o la biografía de Rachmaninoff, que compré al quedar maravillado por escuchar durante algún tiempo su música, o las memorias de Arthur Rubinstein o, también, desde luego, las de Silvestre Revueltas.
Yo creo que el hecho de tocar el piano de manera no profesional, y el interés que me producen los ejercicios de sistematización de todo tipo (ensayístico, memorialístico, biográfico, filosófico) hacen que pueda dedicar horas y horas a la lectura de textos sobre música, digamos que por una suerte de modesta satisfacción por poder comprender más o menos aquello de lo que se habla, bien sea tanto desde el punto de vista técnico o musicológico, bien sea desde la perspectiva de “una vida en la música”, que es como Barenboim titula esta suerte de memorias evocando el título de las de Stanislavski.
Y si las titula así es porque para él su vida –podríamos decir quizá– no se entiende más que como módulo del despliegue de la música, de suerte tal que el hilo autobiográfico de A live in music ‘existe solamente para dar una cierta continuidad a las reflexiones sobre la música y sobre la relación entre la música y la vida’.
A live in music me parecía a veces el argumento de una novela de Thomas Mann, rodeado de belleza, de pasión intelectual y de aventura. Fue el único libro que llevé conmigo a Frankfurt, en un viaje cuya singularidad hace que no vaya a olvidarlo jamás.
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Lunes 27 de septiembre, 2019. A Life in Music de Daniel Barenboim. Voy a decir que es, quizá, el libro que más he disfrutado leer en mi vida, o por lo menos en muchos años. Fue una lectura única, desarrollada en una circunstancia que será muy difícil que se repita. La evocación del momento es nítida siempre, casi plástica. La vida nos acomoda las ocasiones, y dispone de nosotros. Luego uno intenta reconstruir y darle sentido a lo vivido, para así comprender más o menos en qué o con qué se ha sostenido tu vida.
El libro lo terminé en Alemania. Y no recuerdo si ahí lo comencé. Me parece que sí. Se trata de las hermosas memorias de Daniel Barenboim, A life in music, que leí en el viaje más inolvidable que he realizado hasta hoy.
Era el año de 2013, y fuimos a Alemania mis padres, dos de mis hermanos y sus familias. Mi hermano mayor y la suya no pudo acompañarnos aquélla vez. La base de operaciones era Frankfurt, y de ahí nos desplazábamos en viajes de un día a ciudades de los alrededores.
Si no recuerdo mal, fue el único libro que llevé conmigo. Barenmboim me había llamado la atención desde el tiempo en que leí un conversatorio entre él y Edward Said, Paralelismos y paradojas. Reflexiones sobre música y sociedad. Hay una muy nítida fascinación que me producen los textos sobre música, ya sean ensayos como los que se editan en la revista Pauta. Cuadernos de teoría y crítica musical, fundada por Mario Lavista en 1982, o los que escribió el desaparecido Luis Ignacio Helguera y que luego se editaron bajo el título de Atril del melómano.
Está también la música en la literatura: de inmediato me viene a la mente el Doctor Faustus de Thomas Mann, y la obra de Milan Kundera, que, como es músico, suele introducir ese componente en la estructura dramática de buena parte de su narrativa. Y luego las biografías y las memorias: la vida de Piazzolla, y las de Bill Evans, Charles Mingus, Miles Davis, Wayne Shorter y Coltrane, o la biografía de Rachmaninoff, que compré al quedar maravillado por escuchar durante algún tiempo su música, o las memorias de Arthur Rubinstein o, también, desde luego, las de Silvestre Revueltas.
Yo creo que el hecho de tocar el piano de manera no profesional, y el interés que me producen los ejercicios de sistematización de todo tipo (ensayístico, memorialístico, biográfico, filosófico) hacen que pueda dedicar horas y horas a la lectura de textos sobre música, digamos que por una suerte de modesta satisfacción por poder comprender más o menos aquello de lo que se habla, bien sea tanto desde el punto de vista técnico o musicológico, bien sea desde la perspectiva de “una vida en la música”, que es como Barenboim titula esta suerte de memorias evocando el título de las de Stanislavski.
Y si las titula así es porque para él su vida –podríamos decir quizá– no se entiende más que como módulo del despliegue de la música, de suerte tal que el hilo autobiográfico de A live in music ‘existe solamente para dar una cierta continuidad a las reflexiones sobre la música y sobre la relación entre la música y la vida’.
A live in music me parecía a veces el argumento de una novela de Thomas Mann, rodeado de belleza, de pasión intelectual y de aventura. Fue el único libro que llevé conmigo a Frankfurt, en un viaje cuya singularidad hace que no vaya a olvidarlo jamás.
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