Y no hay drama sino allí donde hay hombres capaces de representarlo, donde alguna cosa en el ser humano presenta una superficie sólida a la aprehensión estética, donde el artista no se conforma con disolver la realidad para reconstruirla con la ayuda de los magníficos recursos de su arte, sino donde desprenda esa cosa desconocida refractaria al análisis, la confirme en su ser, la engrandezca y la eleve hasta el drama. El arte por sí solo no crea el drama: hace falta una realidad, moral si se quiere, tomando esta palabra en su sentido más general, que el arte sea bastante fuerte para transfigurarla, para convertirla. Se necesita un sujeto sufriente y una causa secreta a sus sufrimientos.
Jacques Mercanton
Prólogo a Ulises, de James Joyce
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