Los días terrenales

Trump 2.0, MAGA y México XX. México ante el imperio talasocrático de EUU

Con este artículo concluimos la serie de veinte que he dedicado a analizar de la manera más rigurosa y estructural-tendencial posible el escenario de alternativas estratégicas de acción para el estado mexicano en el contexto de la segunda administración de Donald Trump.

Los cambios han sido verdaderamente vertiginosos, y muchas de las variables que contemplé en mis primeros análisis se han modificado sin que siquiera se haya cumplido un año completo del gobierno Trump 2.0, como por ejemplo ocurre con la fractura interna del movimiento MAGA a partir del descontento para con el lobby judío (que muchos en MAGA consideran excesivo), el asesinato de Charlie Kirk o, sobre todo, el beligerante despliegue de fuerzas navales norteamericanas en el Caribe poniendo en práctica los principios de la teoría marítima de Mahan para el control talasocrático (es decir marítimo) del hemisferio occidental.

En un análisis inicial, yo estimé y estimo positiva la dirección estratégica de la administración Trump 2.0 a partir de la coincidencia que encuentro en lo relativo a su objetivo de desmantelar la bóveda ideológica del progresismo woke socialdemócrata-humanitarista –coordenadas del pánfilo y blando “sistema ideológico ONU-UNESCO-UNICEF”-, que tiene a las sociedades occidentales sumidas en un abismo ideológico marcado por un complejo de culpa histórica irremontable (colonialismo, imperialismo, eurocentrismo), que hace que una y otra vez se escuchen a líderes occidentales, sobre todo de Alemania, Inglaterra y un poco Francia (la España progresista PSOE-PODEMOS es patética en cuanto a su autodesprecio y su complejo de culpa vertebrado por la Leyenda Negra), pidiendo perdón casi casi que por existir víctimas del maniqueísmo progresismo-ultraderecha sin término medio, teniendo como resultado la apertura indiscriminada de sus fronteras para permitir el ingreso de flujos migratorios de composición ideológico-religiosa distinta (el islam es el problema fundamental) que está modificando estructural y radicalmente a las sociedades correspondientes (el caso de Inglaterra puede que sea el más dramático de todos).

Toda esta situación quiere ser reorganizada por la administración Trump 2.0 y el movimiento MAGA, tal como se pudo constatar en el discurso de JD Vance en la 61ª Conferencia de Seguridad de Múnich (que puso a llorar al pusilánime de su director) y el de Trump en la 80ª sesión general de la ONU, que despachó de un plumazo y como se debe a la bobería progresista del ambientalismo y la ideología del cambio climático como variables clave del progresismo woke neoliberal.

Esta postura me parece adecuada y necesaria, pues así como AMLO intentó acabar con el neoliberalismo en México, Trump está intentando hacerlo pero a la escala del mundo. El problema para México está dado en función del proyecto imperial talasocrático de control hemisférico por parte de EE.UU.

La teoría del control geopolítico marítimo fue desarrollado en 1890 por Alfred Thayer Mahan (1840-1914), que planteó que el control de las rutas marítimas constituye la base del poder geopolítico moderno, y eso es lo que está mostrándosenos en el Caribe y el Pacífico latinoamericano con el despliegue sin precedentes de buques, aviones de combate y fuerzas especiales norteamericanas no ya nada más para presionar a Nicolás Madura e intentar –una vez más– un cambio de gobierno y régimen en Venezuela, sino para controlar los “chokepoints” (puntos de estrangulamiento) estratégicos marítimos hemisféricos: Canal de Panamá, Estrecho de Magallanes y los accesos al Caribe y proyectar su poder naval para el control del comercio.

La intercepción/ataque al buque petrolero fantasma venezolano de la semana pasada es una muestra aplastante de lo que se quiere lograr con la estrategia mahaniana de la Doctrina Monroe-Trump.

En un contexto como este, lo único que importa para México es encontrar una forma de grandeza que no sea moral ni ideológica ni nostálgica del pasado (y mucho menos prehispánico) sino militar, naval y armamentística, lo que a su vez supone encontrar un aliado con esa potencia y esas capacidades tanto en el continente (¿Brasil?) como fuera de él (¿Rusia?, ¿China?). Lo demás será pura retórica.

Publicación original de El Independiente