Los días terrenales

Trump 2.0, MAGA y México III. J.D. Vance

Tal vez su aspecto y maneras –blanco, alto, ojos azules, impecablemente articulado en su retórica– haga difícil pensar que se trata de alguien que tenga un origen humilde, miserable y sin futuro, pero tal es el caso de J.D. Vance (Middletown, Ohio, 1984, 41 años), actual vicepresidente de los Estados Unidos.

Lo inusual de su caso se debe a que, durante décadas, se nos ha acostumbrado a correlacionar sociológicamente a las minorías raciales (negros e hispanos en el caso de EE.UU, indígenas en el caso de México) o sexuales (las mujeres en todos lados) con los grupos más desfavorecidos, haciendo entonces impensable que un hombre heteropatriarcal blanco anglosajón norteamericano pueda atreverse a ser una víctima. J.D. Vance es una de ellas, y su historia es ciertamente admirable e inspiradora. Está relatada en Hillbilly. Una elegía rural. Memorias de una familia y una cultura en crisis, aparecida en 2016.  

Creció siendo pobre en el Cinturón del Óxido desindustrializado en un pueblo antaño acerero de Ohio con las opciones de vivir de los programas sociales durante toda su vida, morir joven de sobredosis de heroína o largarse de ahí.

Un “hillbilly” es un habitante de las zonas rurales montañosas del noreste de EE.UU, y en las memorias de este hillbilly es posible tomar a esa región como laboratorio de lo que la globalización neoliberal ha hecho con la clase trabajadora blanca de ese país.

El proceso fue más o menos como sigue: desindustrialización endémica como consecuencia de la liberalización globalizadora de la economía; pérdida masiva de trabajos y destrucción de las familias por violencia doméstica y precariedad económica; incremento de los niveles de drogadicción –como la de su madre– y dependencia autodestructiva de los programas sociales gubernamentales.

Pero Vance fue un hillbilly sin futuro que logró salir adelante gracias a dos factores clave: el papel de autoridad y firmeza que ocupó su abuela para mantener a la familia en pie y el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, a donde ingresó antes de irse a la Universidad y participar en la guerra de Irak para darle orden, estructura y sentido a su vida, sabiendo al volver que lo que quería era estudiar Derecho para ingresar a Yale, universidad de élite en donde se sintió un poco fuera de lugar no siendo el mismo caso con los marines, en donde encontró una continuidad entre su pueblo y su gente y sus compañeros de tropa en el sentido de que las élites universitarias son pacifistas, sensibles y exquisitas, mientras que la clase trabajadora es ruda, ignorante y tradicionalista, y es la que termina partiéndose el lomo en las guerras. Luego aparecería Peter Thiel para catapultarlo a las alturas corporativas y a la escena política nacional. De eso hablaremos después.

J.D. Vance y Christoph Heusgen en la Conferencia de Seguridad de Munich 2025: dos visiones del mundo, de la seguridad y la geopolítica en categórico contraste.

En todo caso, el contraste entre el mundo de cristal de las universidades de élite y el ejército se hizo evidente en la Conferencia de Múnich pasado, en la que Vance dio un discurso verdaderamente extraordinario. Ahí teníamos ante las cámaras a un hillbilly víctima de la globalización neoliberal progresista transformado en vicepresidente de Estados Unidos con 41 años dando un mensaje sin leer –es decir que nadie se lo hizo– con firmeza, gallardía y hombría (valores despreciados por el progresismo woke, que quiere desmaculinizar al mundo además de infantilizarlo) para decirle a la clase dirigente política y militar europea que el enemigo de occidente lo tenemos dentro en voz de la tiranía de la corrección política, de la que se deriva un desprecio desquiciado por los esquemas tradicionales de organización social (familia, escuela, un trabajo estable, patriotismo) y para avisarles que eso estaba por cambiar a partir de la llegada de Donald Trump a la presidencia para un segundo mandato.

Cuando el director de la Conferencia de Múnich, Christoph Heusgen, se puso a llorar en las palabras de clausura (búsquense ambos videos en internet), afectado como pusilánime en su sensibilidad ética, exquisita y progresista luego de las palabras de Vance, todo quedó dicho.

Publicación original de El Independiente