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La clandestina virtud está a punto de cumplir diez años. Como muchos blogs, surgió primero como algo de aficionado, con un nombre extraído de una novela de Jaime Torres Bodet y para publicar artículos periodísticos que comencé a escribir para la prensa local de Tabasco cuando viví por allá una temporada. No obstante, con el paso del tiempo ha venido a convertirse en algo así como una plataforma generadora de contenido de diverso tipo (política, historia, filosofía, arte, jazz, literatura) de una cierta continuidad y ritmo prácticamente semanal, y no te voy a negar que lo disfruto tanto que ya no me imagino sin él. Aquí hay resumidas muchas horas –muchísimas– de estudio, lectura y escritura, y es mi principal carta de presentación.

A veces uno sigue sus pasiones sin esperar nada a cambio, pero luego se cae en cuenta de que aquí hay también un trabajo tan modesto y ordinario como cualquier otro. Si quieres contribuir con él, y hacer una donación puntual o periódica para que La clandestina virtud siga por lo menos otros diez años más o muchos más todavía, te estaré infinitamente agradecido.

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Ismael Carvallo Robledo

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