El Consejo Editorial de la Cámara de Diputados, presidido en la actualidad por el diputado Gerardo Fernández Noroña, ha tenido a bien editar y publicar mi segundo libro recopilatorio, que lleva por título El último caudillo. Textos políticos, que da volumen a una serie de ensayos escritos a lo largo de los últimos diez años más o menos.
El tipo de libros recopilatorios puede a veces ser un poco extraño para algunos lectores: hay quien de hecho me hizo una vez el comentario de que, para él, ese tipo de libros no lo son en realidad, pues tienen en mente el formato más clásico de libros con un único tema específico y puntual que se va desarrollando y se acomoda en un número determinado de capítulos.
En este tipo de libros, su unidad es previa (o se pretende que lo sea), digámoslo así, a la existencia del libro mismo, en el sentido de que el autor concibe el tema a desarrollar así como la estructura del capitulado para luego desplegar la redacción del texto al final del cual cristaliza todo en el libro en cuestión (es evidente que sobre la marcha pueden darse giros o cambios a la idea original, pero esto no altera el sentido de lo que quiero decir).
Tengo a la vista, por ejemplo, Teoría Pura de la República de Antonio García Trevijano, en donde en el título mismo está manifestado ya el enfoque sistemático y doctrinario, así como la intención y objetivo preciso y a priori de aquello con lo que el lector está a punto de cruzarse, que es lo que también ocurre con Carl Schmitt, Leo Strauss y “El concepto de lo político” de Heinrich Meier, en donde también está claro lo que el autor está ofreciéndole al lector.
Los libros recopilatorios, en cambio, adquieren su unidad a posteriori, es decir, que primero son escritos los textos en diversidad de lugares, tiempos y circunstancias, y luego son reunidos en función de un criterio aglutinante desde el cual, y sólo entonces, le es dado al autor conferirle la unidad buscada.
Tengo a la vista La Nación Inconclusa. De las Repúblicas Insulares a la Patria Grande de Jorge Abelardo Ramos, que es en efecto un libro recopilatorio de textos reunidos claramente en función del problema americano.
Esta es una manera de darle unidad a un libro así: en función de un tema o problema general alrededor del cual orbitan ya sea cerca o lejos, ya sea recta u oblicuamente, todos los textos.
La otra manera es una suerte de sinécdoque, consistente en tomar una de las partes para englobar al todo, es decir, en tomar el título del libro (el todo) a partir del de alguno de los ensayos compilados (la parte), que es lo que por ejemplo hace Leonardo Padura en Yo quisiera ser Paul Auster, que es el título de un libro subtitulado como Ensayos selectos, efectivamente, en el que el último texto es aquél del que se toma el título de todo el libro en cuestión sin que necesariamente se traten todos los ensayos ni sobre lo que quisiera ser Padura, ni tampoco sobre Paul Auster.
La otra manera es la más fácil y expedita, que es la usada por ejemplo por Arturo Uslar Pietri en un libro para el que no se quebró la cabeza y que, hablando de muchas cosas con la gran erudición que siempre tuvo, tituló sencillamente Veinticinco Ensayos.
El último caudillo es una mezcla del primer y segundo tipos: el título se toma del que corresponde al último artículo, que a su vez se sitúa como pivote problemático fundamental de la filosofía política alrededor del cual un conjunto muy vasto de textos se organiza gravitando de manera tanto directa como oblicua, y que tiene como nervio medular el problema político de la relación entre un líder, un pueblo y la mecánica de conducción, seguimiento y cesión de voluntad, elementos centrales a todo proceso –vale decir drama– político digno de ser considerado con una estatura histórica o epocal, que es lo que para mí está ocurriendo con López Obrador, el último caudillo, y la Cuarta Transformación de México.
El Consejo Editorial de la Cámara de Diputados, presidido en la actualidad por el diputado Gerardo Fernández Noroña, ha tenido a bien editar y publicar mi segundo libro recopilatorio, que lleva por título El último caudillo. Textos políticos, que da volumen a una serie de ensayos escritos a lo largo de los últimos diez años más o menos.
El tipo de libros recopilatorios puede a veces ser un poco extraño para algunos lectores: hay quien de hecho me hizo una vez el comentario de que, para él, ese tipo de libros no lo son en realidad, pues tienen en mente el formato más clásico de libros con un único tema específico y puntual que se va desarrollando y se acomoda en un número determinado de capítulos.
En este tipo de libros, su unidad es previa (o se pretende que lo sea), digámoslo así, a la existencia del libro mismo, en el sentido de que el autor concibe el tema a desarrollar así como la estructura del capitulado para luego desplegar la redacción del texto al final del cual cristaliza todo en el libro en cuestión (es evidente que sobre la marcha pueden darse giros o cambios a la idea original, pero esto no altera el sentido de lo que quiero decir).
Tengo a la vista, por ejemplo, Teoría Pura de la República de Antonio García Trevijano, en donde en el título mismo está manifestado ya el enfoque sistemático y doctrinario, así como la intención y objetivo preciso y a priori de aquello con lo que el lector está a punto de cruzarse, que es lo que también ocurre con Carl Schmitt, Leo Strauss y “El concepto de lo político” de Heinrich Meier, en donde también está claro lo que el autor está ofreciéndole al lector.
Los libros recopilatorios, en cambio, adquieren su unidad a posteriori, es decir, que primero son escritos los textos en diversidad de lugares, tiempos y circunstancias, y luego son reunidos en función de un criterio aglutinante desde el cual, y sólo entonces, le es dado al autor conferirle la unidad buscada.
Tengo a la vista La Nación Inconclusa. De las Repúblicas Insulares a la Patria Grande de Jorge Abelardo Ramos, que es en efecto un libro recopilatorio de textos reunidos claramente en función del problema americano.
Esta es una manera de darle unidad a un libro así: en función de un tema o problema general alrededor del cual orbitan ya sea cerca o lejos, ya sea recta u oblicuamente, todos los textos.
La otra manera es una suerte de sinécdoque, consistente en tomar una de las partes para englobar al todo, es decir, en tomar el título del libro (el todo) a partir del de alguno de los ensayos compilados (la parte), que es lo que por ejemplo hace Leonardo Padura en Yo quisiera ser Paul Auster, que es el título de un libro subtitulado como Ensayos selectos, efectivamente, en el que el último texto es aquél del que se toma el título de todo el libro en cuestión sin que necesariamente se traten todos los ensayos ni sobre lo que quisiera ser Padura, ni tampoco sobre Paul Auster.
La otra manera es la más fácil y expedita, que es la usada por ejemplo por Arturo Uslar Pietri en un libro para el que no se quebró la cabeza y que, hablando de muchas cosas con la gran erudición que siempre tuvo, tituló sencillamente Veinticinco Ensayos.
El último caudillo es una mezcla del primer y segundo tipos: el título se toma del que corresponde al último artículo, que a su vez se sitúa como pivote problemático fundamental de la filosofía política alrededor del cual un conjunto muy vasto de textos se organiza gravitando de manera tanto directa como oblicua, y que tiene como nervio medular el problema político de la relación entre un líder, un pueblo y la mecánica de conducción, seguimiento y cesión de voluntad, elementos centrales a todo proceso –vale decir drama– político digno de ser considerado con una estatura histórica o epocal, que es lo que para mí está ocurriendo con López Obrador, el último caudillo, y la Cuarta Transformación de México.
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