La semana pasada, tuvo lugar el Segundo Encuentro de Estoicismo México en la Cámara de Diputados, con un conjunto de ponencias muy variadas con temáticas que abordaron el problema del humanismo desde el enfoque de la economía, la literatura, la lingüística, los estudios clásicos, la tradición mexicana del siglo XX, la tradición cristiana y medieval, y también desde el indigenismo y el feminismo, que nunca pueden faltar, para bien o para mal, en este tipo de convocatorias.
De los eventos realizados, destacó de manera notable la realización de la mesa especial de lectura en voz alta que hicimos del libro de Oriana Fallaci Un hombre, que, además de haber sido un homenaje a la figura del héroe, terminó siendo al final también un homenaje a esa Oriana que con tanta lucidez y firmeza denunció lo mismo la estupidez progresista-victimista occidental que el peligro que supone el Islam como estructura geopolítica e histórica, al tiempo de señalar del mismo modo la deriva progre-burguesa de desmasculinización homosexual (y hoy transgénero) del mundo a la que veía dirigirse, y de hecho se dirigen o quieren dirigirse, los regímenes socio-culturales en Europa y América principalmente, y que hoy siguen avanzando de la mano de políticos burgueses, frívolos y no marxistas, y de los ejércitos de ingenuos y de tontos útiles que se han tragado el cuento aparentemente inofensivo aunque irritante hasta la náusea eso sí –además de equivocado de todo punto desde el punto de vista gramatical– del lenguaje inclusivo.
Desde luego que no era propósito del Encuentro arribar a una resolución o declaración final, pero, situado como estoy en una perspectiva materialista, diría yo en todo caso, a efectos de ofrecer un juicio personal más o menos resolutivo, o por lo menos preliminar, y dejando ya de lado la discusión tópica sobre el humanismo del Renacimiento, lo que sigue.
Hay tres acepciones generales sobre el término base del concepto de humanismo, es decir, sobre lo humano, a cada una de las cuales puede hacerse corresponder un tipo de humanismo.
A) La acepción biológico-evolutiva en primer lugar, conectada con el proceso de hominización a través de la que se define lo humano en lo que tiene de específico en relación a otros ámbitos de la naturaleza. Desde esta perspectiva, la clave de lo humano está en la dominación, mediante la técnica y la tecnología, de los materiales de la naturaleza tanto vivientes, principalmente los animales, como los inertes, que es lo que viene a quedar expresado en la idea de producción de Carlos Marx como síntesis de la fabricación y la objetivación a través del trabajo. Desde este enfoque, el trabajador (pensemos en El trabajador de Ernst Jünger) es la figura fundamental de lo que podríamos denominar humanismo tecnológico.
B) La acepción moral en segundo lugar, conectada con el proceso de socialización histórica, y que es la que vincula lo humano a las ideas de compasión, bondad o caridad, tal como ocurre cuando se dice que alguien es “muy humano”, queriendo decir bueno. Desde esta perspectiva, el humanismo sería el tipo de conducta contraria al individualismo, lo que implica que habría principalmente dos tipos de humanismo: el humanismo cristiano y el humanismo socialista (tomando al socialismo en un sentido amplio).
C) Por último, la acepción de lo humano asociado a la acumulación de saber, que es la acepción original Renacentista precisamente, conectada con el proceso de educación y erudición en saberes históricos y filosóficos principalmente, y del que Goethe, Alfonso Reyes, Antonio Gramsci o Martha Nussbaum serían ejemplos modernos, y que podrían ser caracterizados desde el criterio de una suerte de humanismo filosófico.
En mi participación, hablé de Alfonso Reyes, Antonio Caso y José Vasconcelos como tres vías tentativas o rutas para discutir y encontrar una posible expresión mexicana, vale decir hispanoamericana, de estos tres o cuatro modos de humanismo.
La semana pasada, tuvo lugar el Segundo Encuentro de Estoicismo México en la Cámara de Diputados, con un conjunto de ponencias muy variadas con temáticas que abordaron el problema del humanismo desde el enfoque de la economía, la literatura, la lingüística, los estudios clásicos, la tradición mexicana del siglo XX, la tradición cristiana y medieval, y también desde el indigenismo y el feminismo, que nunca pueden faltar, para bien o para mal, en este tipo de convocatorias.
De los eventos realizados, destacó de manera notable la realización de la mesa especial de lectura en voz alta que hicimos del libro de Oriana Fallaci Un hombre, que, además de haber sido un homenaje a la figura del héroe, terminó siendo al final también un homenaje a esa Oriana que con tanta lucidez y firmeza denunció lo mismo la estupidez progresista-victimista occidental que el peligro que supone el Islam como estructura geopolítica e histórica, al tiempo de señalar del mismo modo la deriva progre-burguesa de desmasculinización homosexual (y hoy transgénero) del mundo a la que veía dirigirse, y de hecho se dirigen o quieren dirigirse, los regímenes socio-culturales en Europa y América principalmente, y que hoy siguen avanzando de la mano de políticos burgueses, frívolos y no marxistas, y de los ejércitos de ingenuos y de tontos útiles que se han tragado el cuento aparentemente inofensivo aunque irritante hasta la náusea eso sí –además de equivocado de todo punto desde el punto de vista gramatical– del lenguaje inclusivo.
Desde luego que no era propósito del Encuentro arribar a una resolución o declaración final, pero, situado como estoy en una perspectiva materialista, diría yo en todo caso, a efectos de ofrecer un juicio personal más o menos resolutivo, o por lo menos preliminar, y dejando ya de lado la discusión tópica sobre el humanismo del Renacimiento, lo que sigue.
Hay tres acepciones generales sobre el término base del concepto de humanismo, es decir, sobre lo humano, a cada una de las cuales puede hacerse corresponder un tipo de humanismo.
A) La acepción biológico-evolutiva en primer lugar, conectada con el proceso de hominización a través de la que se define lo humano en lo que tiene de específico en relación a otros ámbitos de la naturaleza. Desde esta perspectiva, la clave de lo humano está en la dominación, mediante la técnica y la tecnología, de los materiales de la naturaleza tanto vivientes, principalmente los animales, como los inertes, que es lo que viene a quedar expresado en la idea de producción de Carlos Marx como síntesis de la fabricación y la objetivación a través del trabajo. Desde este enfoque, el trabajador (pensemos en El trabajador de Ernst Jünger) es la figura fundamental de lo que podríamos denominar humanismo tecnológico.
B) La acepción moral en segundo lugar, conectada con el proceso de socialización histórica, y que es la que vincula lo humano a las ideas de compasión, bondad o caridad, tal como ocurre cuando se dice que alguien es “muy humano”, queriendo decir bueno. Desde esta perspectiva, el humanismo sería el tipo de conducta contraria al individualismo, lo que implica que habría principalmente dos tipos de humanismo: el humanismo cristiano y el humanismo socialista (tomando al socialismo en un sentido amplio).
C) Por último, la acepción de lo humano asociado a la acumulación de saber, que es la acepción original Renacentista precisamente, conectada con el proceso de educación y erudición en saberes históricos y filosóficos principalmente, y del que Goethe, Alfonso Reyes, Antonio Gramsci o Martha Nussbaum serían ejemplos modernos, y que podrían ser caracterizados desde el criterio de una suerte de humanismo filosófico.
En mi participación, hablé de Alfonso Reyes, Antonio Caso y José Vasconcelos como tres vías tentativas o rutas para discutir y encontrar una posible expresión mexicana, vale decir hispanoamericana, de estos tres o cuatro modos de humanismo.
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